El deseo consciente y el deseo compulsivo ¿El deseo como motor? ¿El deseo como expresión de incomodidad? El deseo de seguridad o tranquilidad en contraposición a la incomodidad por incertidumbre ¿Es posible actuar sin desear?

El deseo o el acto de desear es ilimitado ¿Es connatural a la existencia humana el desear? ¿Es el deseo puro instinto o es fuente de motivación y por ende parte voluntaria?

El deseo puede llegar a ser causa de insatisfacción y persuadir a la mente de agradecer las circunstancias presentes, promoviendo la resistencia como negación o falta de aceptación de la realidad. Negarse a aceptar la realidad, no cambia la realidad misma, pero sí afecta de manera negativa la percepción de la realidad en cuanto tal.

Las posibilidades de percepción de la realidad las podría resumir en desagradables, agradables e indiferentes. La indiferencia podría ser una extraña perspectiva. En principio sería plausible pensar en esta como ausencia de conexión con el acontecer existencial. Siendo las otras dos posibilidades, conexiones o identificaciones de la percepción con una realidad.

Si la realidad es identificada como agradable y la realidad por naturaleza es cambiante, se puede llegar a experimentar ansiedad ante la posibilidad del cambio de la realidad que es ajena a nuestra voluntad, en el temor de que el cambio de la realidad, pase de agradable a desagradable.

Si la realidad se identifica como desagradable, la creencia de poder cambiar la realidad, siendo esto distinto a la posibilidad que tenemos de influir sobre la realidad, puede ser fuente de ansiedad por la culpa en la falsa autopercepción de que la realidad existencial es causal de nuestra responsabilidad, desconociéndose de facto, que la realidad es compleja y por ende hay innumerables factores causales de esa realidad, incluida la forma en que influimos en esa realidad.

Siendo así, la mirada apática de la percepción de la realidad, puede también ser otra forma de relacionarnos con la realidad, en la aceptación de esa realidad tal como está dada, reconociendo que la constante Es el cambio y es ajena a la voluntad humana. Es posible influir en ella, de hecho, cada acto, palabra, silencio y omisión, influye en la realidad, en especial, en la realidad circunstancial del sujeto. Pero en modo alguno, esa influencia en la realidad deviene en una realidad creada a voluntad por el individuo, esta creencia sería una ficción mental, siendo nosotros creadores de nuestras propias ficciones mentales de manera inconsciente.

El deseo juega con nuestras ficciones mentales. El deseo puede transformar el mundo, pero, eso no quiere decir, que la transformación ocurra tal como puede ser hada o imaginada, la estrecha relación entre imaginación y deseo, siendo el deseo expresión de la imaginación y por lo mismo fuente de insatisfacción, por la diferencia entre lo imaginario y lo real y el deseo como ansiedad por la falta de inmediatez en las satisfacción de lo deseado.

No es posible escapar al deseo. El deseo por compulsividad, implica hacer lo deseado no por conexión o consciencia con el deseo, sino, la ejecución de lo deseado por el acto mismo de hacer con independencia de la consciencia del actuar en el deseo de ejecutar la acción querida

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